Todo el año esperando... todo el año en Xalapa, algunos esperamos lo que desde hace diez años nos trae el Jazzfest; este año era, según yo, un buen pretexto para echar la casa por la ventana, para mejorar todo, para traernos lo mejor de la música al menos por unos días. Pero no pasó.
De los músicos no podríamos decir nada. Si uno ha visto jazz en vivo sabe que el músico que está tocando da lo mejor de sí, siempre. La música y su músico no saben, o mejor, que están en el peor lugar ded Xalapa para tocar Jazz. No saben que hay un par de sujetos que privilegian el dinero por sobre todo lo musical; que hay quien abusa de los aficionados a esta música; que se aprovechan de los voluntarios que no cobran por trabajar en una fundación que se supone es altruista y lo único que busca es promover el jazz; se aprovechan de los medios de comunicación que no cobran sus inserciones porque se trata de apoyar a la cultura y a la música.
El músico y su música sólo salen a darse a quienes los hemos esperado durante un año; los que esperamos hacemos el esfuerzo de olvidarnos de cosas que de pronto molestan, como que la acústica del Salón de Convenciones Xallitic (y no Xallitic Jazz Corner) es malísima; que el escenario es feo como pocos; que la luz es terrrible, que la distribución de las mesas es estúpida, que ese no es lugar para el Jazz. Que la única razón que se me ocurre para utilizar ese feo espacio para el encuentro de músicos es que a ellos, a los organizadores, les sale gratis, que lo que el público consume, es su ganancia.
Antes el encuentro de músicos llamado Jazzfest era una fiesta de quince días; fue recortado a la mitad aunque los patrocinadores son los mismos, más el Gobierno del Estado y el Ayuntamiento de Xalapa. Las becas a los músicos que toman el Seminario de Jazz se recortaron también, porque ahora sólo los ejecutantes de alientos fueron becados. Y recordemos que el año pasado el guitarrista Maheshen Naidoro, esbozó una sentida queja, pues aunque él vino al seminario de Jazz a impartir cursos sin cobrar, la Organización del Jazz Fest se había comprometido en pagar sus pasajes de avión a Sudáfrica, dinero que, dijo, nunca recibió.
La música y su músico, cuando se juntan, no saben de estas cosas. A veces nosotros también podemos entrar a esa magia y olvidarnos de ello. Rufus Reid tomó su contrabajo, Enrique Nery al piano, Antonio Sánchez tomó su bataca y por un momento, nos olvidamos de todo eso, que, además, contamina la música, la ensucia. Un par de piezas hicieron que todo valiera la pena, que fue mucha. No espero nada del próximo Jazz Fest. Sólo quisiera que fuera más digno, que Javier Flores lo deje de ver como un botín, y si lo logra, hasta le aguanto dos rolas de su insoportable flautita...
Excelente comentario, mi buen.
ResponderEliminarun abrazo
Un texto lleno de verdad, pero las imagenes son sublimes, disfrute tu compañia y tu mirada, un abrazo.
ResponderEliminarTriste y decadente... Aunque me hubiera gustado estar ahí, por lo menos en el último concierto, y en el de Jaime Ferrada por supuesto jeje.
ResponderEliminarNi modo gordo, a esperar otro año a ver si mejora la cosa =(