martes, 2 de noviembre de 2010

Mañanitas



Posted by PicasaMañanitas a la Santa Muerte

TEXTO Y FOTOS: ALBERTO DELGADO

“Te señala, con su mano, a veces con su guadaña, y debes saber que hiciste mal. Debes arrepentirte y cambiar tu conducta, ella te lo está advirtiendo, lo hace constantemente”, dice Jorge Alegría y mira con devoción la imagen de la Santa Muerte que está en el altar. “Es real, sus manos se mueven, su guadaña se mueve y te señala”.

Ya muy entrada la noche, llegaron los mariachis, y con gesto nervioso, tocaron “las mañanitas” frente al altar de la Niña Blanca, conformado de más de sesenta imágenes de la “flaquita”. Los fieles, alrededor de setenta, personas comunes, vestidos de forma común, observaban silenciosos, pero aplaudían con ganas cuando acabó la tradicional melodía. Más canciones, más de José Alfredo, y los asistentes se concentraban mientras coreaban que “la vida no vale nada”, o cuando cantaban que cuando mueran, no se llevarán nada, “nomás un puño de tierra”.

Con una puntualidad poco común, la noche del 31 de octubre se reúnen los creyentes con un orden sobresaliente, un silencio imperturbable, y empieza el ritual. Después de los mariachis, empieza el Santo Rosario. La “Sierva”, “hija de luz”, guía a los asistentes que rezan y reconocen el inmenso poder de la Santa Muerte, mientras una enorme imagen de un esqueleto ataviado con una túnica de colores y guadaña parece que nos observa. Las oraciones se parecen mucho al Rosario Católico, sólo que no tienen ninguna alusión a la Virgen o a los Santos. En los misterios del Rosario, se acepta que la Muerte existe desde el principio del mundo, y se declara la obediencia a la Santa Muerte, al Creador y se pide ayuda.

“Esto no es una religión. Es un culto. Viene gente de todas las denominaciones y no podemos juzgarlos o tacharlos, porque la Santísima Muerte nos quiere a todos, imperfectos, ricos, pobres, feos, guapos… a todos nos va a llevar. Lo importante es que cuando te lleve, puedas descansar en paz”, dice Jorge Alegría, que es quien encabeza el culto. En ningún momento se refirió a él mismo como “sacerdote” o algún tipo de nombramiento jerárquico. “Lo peor que podemos ser es ser intolerantes. Eso nos lo enseña nuestra Madre... acepta a la gente con sus imperfecciones, porque tú no eres perfecto tampoco. Nuestra Madre nos quiere a todos”

Los creyentes cierran los ojos. Se tocan el pecho a la altura del corazón y piden. Uno a uno, hacen sus peticiones ante la imagen de la Santa Muerte: “Te pido por mi trabajo, y por mis hijos, para que los cuides… Te felicito por tu cumpleaños”, dice una señora mientras su voz se quiebra, a punto de llorar. A pesar de la tendencia popular de tachar a los creyentes de la Santa Muerte de delincuentes o narcotraficantes, vemos entre los fieles presentes amas de casa, estudiantes, gente común, sin una vestimenta particular o algo que los distinga, que pide por su salud, por su familia, por la prosperidad. “¿Quién es más delincuente, el que asalta en la calle o el que saquea al país?”, pregunta Jorge; “No somos delincuentes, nuestra Madre no quiere que seamos malos, al contrario, quiere que cuando nos lleve, podamos descansar en paz”.

El altar está lleno de imágenes. Ningún crucifijo, ningún santo, decenas de imágenes de la Santa Muerte, vestida de ángel, de colores, ataviada con corona, o simplemente con su túnica y su guadaña. Tiene cigarros, agua, vasitos de licor. Llama la atención el pastel con su imagen que dice con letras de merengue “Felicidades Santa Muerte”, mismo que será degustado en cuanto el Santo Rosario termine.

Los creyentes están convencidos de que la Muerte los ayudará a “descansar en paz” pero, ¿cómo? “Ella nos habla. Habla con la sierva, baja y habla con ella. Y nos señala. A mí me dijo: no te aferres tanto al dinero, porque no te vas a llevar nada. Así como llegaste, encuerado, así te vas a ir. Yo, desde que conocí a nuestra Madre, cambié mi vida. Nuestra Madre quiere que seamos felices, no quiere que vivamos acorralados, nos enseña a vivir libres, a ayudar; antes de entrar en el culto hice muchas cosas mal. Si quiero irme en paz, debo de pagarlas. La función de nuestra Madre es llevarte ante el creador cuando fallezcas. Pero ella no quita vida”

En el país, hay aproximadamente 2 millones de fieles de la Santa Muerte. El culto aún pugna por tener un reconocimiento por parte de la Secretaría de Gobernación, que le fue retirado en abril de 2005. Sin embargo en México los cultos pueden operar sin registro. En Xalapa, existen aproximadamente 5 mil creyentes.

Los fieles de la Santa Muerte no temen morirse. Cuando entienden el culto, saben que no tienen qué temer. “Los que tienen miedo a morirse es porque no creen en nada. Si creyeran en Dios, no temerían. Agradecemos todos los días porque amanecemos vivos, pero si morimos, no tenemos miedo. Nuestra madre nos enseña a no mentir, a no ser deshonestos, a vivir sin miedo”, concluye Jorge, visiblemente emocionado, y se apresura a partir el pastel para la “Niña Blanca”.

1 comentario:

  1. Me gusta la nueva presentación de la luna de Octubre y esta nueva serie de mañanitas,mi favorita el mundo y sobre él un pan de muerto, un abrazo!

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