Si ha de hacerse el amor, será con sangre,
trepadora, quemante, conocida,
pura sangre del odio
que el amor fecundiza... Victoriano Crémer
Un maestro decía, para enseñarnos matemáticas, que todo tenía un lado positivo y uno negativo.
Así, la "salud", si la multiplicábamos por (-1), daría como resultado "enfermedad". De esta forma, (amor)(-1)= odio. Cabe señalar que después de esa clase nunca tuvimos problemas con los signos. He aquí un caso de matemáticas aplicadas:
Faltaba poco para que terminara el 14 de febrero. Una noche de 14 de febrero fría, pero llena de estrellas; La joven lo sentía como un día cualquiera,una noche cualquiera; cena con gorditas y refresco. La inesperada visita de quien fue alguna vez, el amor... tal vez una sonrisa, un "cómo estás" o tal vez un "vete de aquí". Una mirada que no tenía ya más que perder, porque no tenía nada... Nueve disparos... Dolor agudo... caer... morir.
Muerte. Matar el Día del Amor por no querer olvidar a quien de todos modos no olvidarías. Matar para liberar, para comprender, para salir, para que la vida, o para que la muerte, tengan algún sentido.
Morir el Día del Amor porque se volvió odio, porque se volvió dolor. Morir por que la vida se ha vuelto una cabrona, y pesa tanto... porque cuando mueras, toda la vida del asesino girará en torno tuyo, aunque de por sí ya lo hacía...
Patrick Süskind diría que a la joven no la mató el amor, sino el deseo: El deseo como falta, como anhelo, como sentimiento de imperfección ante la ausencia del otro. Si el amante falta, ese anhelo puede volverse tan doloroso que la muerte puede ofrecer cierto consuelo. Que no viva más no sirve de consuelo. Sirve de tormento, de tortura, de marca indeleble, eterna...
No la mató el amor. La mató la estupidez tras de un arma con nueve balas... La mataron las ganas de tenerla, el amor vuelto odio. "estupidez"+"violencia"="muerte estúpida". No busques muertas en Juárez. Las encuentras en todos lados.
